viernes, 20 de mayo de 2011

Santa Catalina interesa a todos


Resulta lejano el inicio de los problemas de Santa Catalina, a finales de los años 80. Desde entonces han sido muchas las idas y venidas. En el año 1990 se emitió un informe sobre el daño ocasionado por las termitas. En 1991 se hizo un estudio geotécnico del suelo de la nave del Evangelio. En 1994 se restauró la cubierta de la Capilla Mayor.En 1995 se restauró la Capilla Sacramental...

Fue en octubre de 2003 cuando las lluvias irrumpieron y sonó la alarma. Mayo de 2004 se diagnosticó la gravedad, cerrándose al culto. 2011 finalizan las obras de restauración de las cubiertas.

"Santa Catalina" interesa a todos. Y es lógico. Nadie es indiferente a su patrimonio cultural y religioso. La protección de estos valores es la medida de la altura de miras de una sociedad. Estos templos históricos forman parte de nuestras raíces e identidad, cumplen por si mismos una misión permanente. Su lamentable cierre indefinido, por su crisis de conservación, no es más que la punta de un problema que no está resuelto todavía: la gestión de los edificios históricos de uso religioso. En edificios antiguos, cuando hay un buen mantenimiento periódico no debe hacer falta su restauración, salvo casos excepcionales. Conservar activamente estos edificios supone la recuperación de una línea de intervención que ha sido normal a lo largo de la Historia. Las iglesias se limpiaban, los revocos se sustituían, las grietas se sellaban, en fin, el monumento se mantenía, pero se renovaba periódicamente para que siguiera cumpliendo las funciones para las que había sido construido y pudiera consolidar la continuidad en la memoria y legado para las generaciones posteriores.
En los últimos años hemos avanzado prácticamente en todos los campos de la gestión pública. Pero el Patrimonio Artístico, que necesitaría una Agencia específica que se encargara de su conservación, sigue estando sujeto al azar y sumido en la incertidumbre. Ejemplos de iglesias en abandono o mal estado como Santa Catalina todos conocemos alguno lo que muestra que no se están aplicando los instrumentos necesarios para que podamos sentirnos orgullosos de nuestro patrimonio.
Cada tiempo requiere instrumentos adecuados para la conservación del patrimonio. La Iglesia sola no puede afrontar el problema. Los templos y, a pesar de que la Iglesia Católica es su responsable última, no dejan de ser edificios públicos y, por lo tanto, merecen el apoyo de las Administraciones. La conservación de estos conjuntos históricos se debe garantizar, no solo por su componente espiritual, sino que además tienen una importante función civil, cultural y artística que pertenece a todos, y no sólo a los creyentes.

La adecuada restauración de una iglesia como Santa Catalina es una oportunidad única para recuperar las funciones pastorales y culturales del templo, hasta las pragmáticas -apenas potenciadas en nuestra ciudad- del inteligente y respetuoso aprovechamiento turístico de nuestro cuantioso patrimonio.
Hay quien no ve que el hecho religioso sea parte integrantes del bien común, todos hemos oído ¡los templos, que los arregle la Iglesia! Muchos olvidan que son Iglesia y la reducen a su jerarquía.

Santa Catalina es un conjunto excepcional con muestras relevantes de todos los géneros artísticos, tocado, además, con la atractiva fisonomía externa de una conjunción de volúmenes y formas variadas: la torre y una capilla cuadrada tipo "kubba"; el préstamo ojival de la portada trasladada de Sta. Lucía, un ábside mudéjar y el llamativo perfil de la linterna barroca que remata la capilla sacramental.

El irresistible imán visual del interior de Santa Catalina es su Sagrario. Obra maestra del primer tercio del siglo XVIII, su prodigiosa unidad formal e iconológica es fruto de la colaboración de los principales artistas de ese tiempo. Leonardo de Figueroa y sus hijos, Duque Cornejo, Hita y Castillo junto a un amplísimo taller de artesanos locales del yeso, el barro, la madera, la forja y las labores ornamentales. Se configuró, una fastuosa capilla-camarín en honor del culto eucarístico y de la Virgen María. El interior es una de las muestras más arrebatadoras del pleno barroco.

Es irrenunciable y urgente la recuperación de Santa Catalina para borrar definitivamente la triste imagen de un nuevo Jueves Santo oscurecido por la deprimente clausura de un templo histórico.

Esperando que llegue el día en que de verdad las promesas que se hagan se lleguen a cumplir. Mientras, Santa Catalina sigue sola, en la oscuridad, marginada de todos y por todos.

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